sábado, 13 de abril de 2013

BUSCANDO DIABASAS EN EL TAJO

Diabasas descascarillándose y creando los típicos bolos.

El suelo dejado por las diabasas, típicamente rojizo, contrasta con los tonos claros de los granitos.

Los bolos llegan a ser de buen tamaño en la zona.
       Hace más de un mes hicimos nuestra primera búsqueda de diabasas en la Falla de Alentejo-Plasencia en la carretera de Navas del Madroño, y ahora lo hacemos en nuestras últimas excursiones a la desembocadura de la rivera de Araya. De hecho, toda la rivera transcurre paralela a la FAP y no se entiende sin este accidente geológico. En esta ocasión, divisamos las diabasas desde el otro lado del embalse, atraídos por el color rojizo del suelo, en contraste con el más pálido propio de los granitos, y aquí las zanjas son lo suficientemente amplias como para ver bolos de diabasas de gran tamaño. Para ello tuvimos que meternos por un camino que se aparta de la carretera y el sendero natural de la zona, a mano derecha, y pasar por un lugar con cierto peligro por estar hasta arriba de colmenas de abejas. El G.P. casi va allí de cabeza, cuando se dio cuenta que había demasiado bichitos zumbando a su alrededor y se echó a correr ladera abajo. Aparte de ese pequeño percance, el desvío merece la pena para ver in situ este dique y observar la evolución de la meteorización en las diversas rocas: había desde bolos convertidos prácticamente en tierra negruzca -bastaba un zapatazo para hacerlos estallar- hasta otros que estaban todavía "hinchándose" en la roca madre. Ese "hinchazón" parece que se debe a procesos de hidratación de la roca y sobre todo de sus componentes más ricos en hierro -especialmente el piroxeno-, y esto hace que la roca acabe desprendiéndose en forma de esos peculiares bolos. Este componente es el que le da también su considerable peso, mayor que el de los granitos de los alrededores.
      Las diabasas no son lo único digno de interés de la zona. Como mencionamos en otra ocasión, la rivera de Araya es interesante para ver el metamorfismo de contacto y las rocas resultantes: esquistos, cuarzo ahumado, nódulos de cordierita, diques feldespáticos, enclaves pegmatíticos con turmalina, granitos con granate y cordierita... Dependiendo de la zona geológica que pisemos -pizarras mosqueadas, granitos cordieríticos, o dique de diabasas- nos encontraremos con unos ejemplares u otros. En definitiva, una zona muy interesante para perderse de cuando en cuando y contemplar las maravillas y singulares de las piedras.  

Aspecto de la zona del dique de diabasas, desde la carretera a Garrovillas.

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