sexta-feira, 1 de maio de 2015

BUSCANDO ALTRAMUCES POR EL CAMPO

      Esta semana, en el último día de abril, el GP ha cumplido un deseo escondido que tenía hace bastante tiempo: llevar a sus alumnos al campo. Con una asignatura como las ciencias sociales en inglés, y con una edad como primero de la ESO (12-13 años), se podía intentar al menos. Así que el GP marcó una de sus rutas más típicas y poco exigentes para poderla hacer en pocas horas, que al menos abriese una ventana al campo y el bosque mediterráneo a los chicos. Esto lo conseguimos subiendo al punto geodésico de la sierrilla, en una marcha de tres horas. Pero antes de llegar a ese punto, haríamos una gymkana en la que repasaríamos la geomorfología de la Ronda Norte, las especies invasoras en el parque del Príncipe y el bosque mediterráneo a lo largo del trayecto. Este tipo de excursiones se hacen necesarias cuando en clase uno estudia el bosque mediterráneo y luego sale al campo y no saben reconocer un alcornoque o una encina (y mucho menos la diferencia entre ellos dos). Entre esta gente en el que el contacto con el campo se reduce muchas veces a una pantalla de móvil u ordenador, era necesario ampliar espacios y romper el aula.
    El problema estribaba ahora en cómo desarrollar toda la actividad. Cómo podríamos identificar plantas y las rocas, las fallas, los cangrejos... Al menos para una planta, que es la que comentamos hoy, había una buena pista: el altramuz silvestre ya había pasado su floración y ahora, en lugar de sus típicas flores azuladas, quedaban colgando multitud de típicas vainas, como buena papilonácea o leguminosa que es. Así que el día anterior el GP anduvo recogiendo vainas de altramuces para que todos los chicos pudieran identificarla en el día siguiente. A cada uno se le dio una vaina y se le pidió que hiciera una foto del altramuz nada más ver una planta con esas semillas. Como el nombre altramuz despistaba un poco, aconsejamos que nadie se le ocurriese comerlas, porque por lo que parece, resultan indigestas y hasta venenosas. 
     Quien quiera buscarlos puede encontrar altramuces silvestres por toda la subida al depósito de la sierrilla desde la Ronda Norte (en la misma Ronda Norte también los hay), pero ya no veremos su floración, que acabó a mediados de abril, sino solo sus frutos. Naturalmente es una planta extendida y puede ser localizada en otros muchos sitios; además su porte es algo superior al de otras muchas plantas herbáceas y  suelen aparecer varios ejemplares juntos.              Lo que apenas ha habido este año en la subida a la Sierrilla con su debido crecimiento han sido las cañalejas, esas espléndidas plantas de porte casi arbustivo y con flores que pueden alcanzar los dos metros. Durante otras primaveras e inviernos, las cañalejas inundaban todo el tramo de subida al depósito y este año, apenas sacarán algún fruto. Qué se le va a hacer: caprichos del clima cacereño.

Lola con los chicos de primero de la ESO haciendo un descanso junto al depósito. ¿Cómo era posible que para muchos de ellos esa fuera la primera vez que salían por la Sierrilla? Esta era una pregunta que dejaba sorprendido al GP, igual que no fueran capaces de reconocer un alcornoque o una encina en la subida al monte... Decididamente, algo va mal en nuestro sistema educativo cuando nuestros chavales deglutan información del clima mediterráneo y luego no son capaces de reconocer ni un solo árbol in situ.